jueves, 2 de enero de 2014

Una noche de ascenso...

Conducía por la carretera en dirección a la sierra. La llamada de mi jefa me dejo descuadrado. Era necesario revisar unos informes. De ello dependía mi éxito o mi fracaso.
Llegué a su chalet, ubicado en una buena zona a las afueras. Todo estaba muy tranquilo. Llamé por el portero automático  sin bajarme del coche. Ella respondió y la verja se abrió. Aparqué frente a la puerta. Salí del coche y me ajusté la chaqueta. Subí los pocos escalones que iban desde la calzada hasta la puerta de entrada.
Lejos de recibirme con una sonrisa, se mostró seria y distante, enfundada en su elegante traje negro y alzada en esos tacones tan altos. Pasamos directamente a su despacho.
Era una habitación amplia pero de decoración minimalista. Sobre la mesa, cientos de papeles extendidos, el ordenador encendido y varios móviles al lado del teclado.

- Siéntate –me indicó. Lo hice. Ella bordeó la mesa y se sentó frente a mí.

Su planteamiento, su forma de comentarme las cosas me hacen dar cuenta de que todo está ya visto y revisado, con las decisiones oportunas tomadas y que tan solo era la excusa perfecta para que yo estuviera ahí en ese momento.

Ella jugaba con una pluma y en un descuido intencionado la dejó caer, rodando por la moqueta. ¡Qué truco más viejo!  Me agaché, caballeroso, bajo la mesa y ella aprovechó para pisar la pluma con los tacones.
¡Qué situación más excitante! Yo, ahí, como un perro arrodillado a los pies de la dueña. La observé desde mi posición. Una de sus piernas ascendió, dejando que mi rostro. Si quería guerra, la iba a tener.
Quité su zapato y besé despacio sus dedos. Sonrió y se dejó hacer, reclinando la silla, observándome; separando sus piernas, lo que hizo que la falda se tensara y se subiera mostrando sus muslos. 

 

Con su otra pierna me envolvió y sus manos se posaron en mi cabeza.  Mi boca ascendió por su empeine,  lentamente, notando cómo disfrutaba con la situación. Y me provocaba intencionadamente, con alevosía y premeditación.

Sus dedos jugaban con mis labios. Levantó, levemente, su culito de la silla para deslizar su ropa interior.
Me vuelve loco la lencería negra. Su tanga fue bajado. La percibí deleitándose al hacerlo ante mí, arrodillado a sus pies.

Abrió más sus piernas, mostrándome su sexo. Humedeció dos dedos en mi boca y los deslizo por él, incitándome a acercarme. Mi lengua tomó vida propia, haciéndose hueco entre mis labios para lamer sus muslos. Primero uno. Luego el otro.

Sus manos intentaban atraerme hacia ella, pero me hice de rogar. Era su táctica pero eran mis normas. Besé sus ingles, dejando que sintiera mi respiración muy cerca. Su humedad aumentaba  conforme me acercaba. Mis manos se posaron  en sus rodillas, separándolas. Mi lengua abrió sus labios, henchidos ya por la excitación. Su tacto bajo mi lengua era suave y su jugo se sumó a mi saliva.
Me detuve en su clítoris, lamiéndolo y presionando, provocando un quejido en ella.
Su excitación iba en aumento y mi lengua seguía impregnándose de la humedad que brotaba, que comenzaba a aflorar.
Me aparté y la miré. Su cara lo decía todo. Separé con las manos sus labios vaginales y hundí dos dedos directamente. Mis dedos entraron. Ella me pedía más, que la follara con mis dedos y luego más… Más… Más…
  

Me incorporé para subirle la falda y sentarla sobre la mesa, abriéndole las piernas y colocarme en el hueco.
Abrió mi camisa, acariciando mi piel con su boca. Luego el pantalón, tanteando mi polla por encima de la tela pero se precipitó en quitarme todo. Quería mi miembro. Lo deseaba y lo dejó resbalar entre sus dedos.

Jugué pasando mi polla por sus muslos, impregnándola de mi humedad. Ella me miró, pidiéndome que la poseyera, que la follará… pero iba a tener que esperar.
La empujé suavemente sobre la mesa y yo bordeé el mueble para quedarme de pie, con mi sexo a la altura de la cabeza de mi jefa. Ella mandaba en el trabajo pero ahora mandaba yo. Antes la haría que jugara con mi polla, con la boca, con la lengua, con los dientes, con las manos… Viéndola deshacerse de gusto ante mis ojos antes de follármela. Mis manos tocaban su sexo. Estaba empapada. Su clítoris palpitaba a mis toques y su raja estaba más que abierta para mí.

Volví a la posición inicial. Y mi intención era dilatar el momento. Notaba como mi polla crecía y decidí que ese era el momento de penetrarla. Veo su rostro contraído y su boca se abría y se cerraba para relamerse.
Su sexo mojaba mi piel desnuda. Vencí mis caderas hacia adelante, sin entrar, empujando su clítoris, delicadamente, con intención de que eso iba a dólar tan solo hasta el momento siguiente.

Un embate total, profundo al fondo de sus entrañas. Ella gemía, agarrándose a ninguna parte de la mesa. Podíamos escuchar el sonido de nuestros fluidos mezclándose.
Nos recreábamos con cada movimiento.
Sentí como ella comenzaba a correrse. Yo mantenía la compostura. Me gustaba sentir mi polla dentro de ella pero no quería venirme así.
Ella quería que yo estuviera a sus pies pero iba a ser ella la que se arrodillara, la que se comiera sus palabras en forma de polla: Mi polla.

La bajé al suelo, sorprendiéndola, obligando a que se pusiera de rodillas. Le puse mi miembro en la cara y con él, le golpeé suave el rostro y la boca. Obedecía sin rechistar.
Tomó mi miembro entre sus manos, comenzando a masajearlo. Su boca se abría y lo besaba. La lengua lo chupaba. Yo me retaría para impacientarla, para obligarla a buscarme… La quería ávida y glotona. Sumisa, suplicante…
Comenzaron las primeras gotas y no dejaba de introducirla en su boca, de arriba abajo, hasta los testículos, henchidos, a punto de estallar. El placer se convertía en dolor. Ya no aguantaba más…
Estallé de gusto. Mi semen se salía entre las comisuras de su boca pero no dejaba de lamer, de tragar…
¡Dios, qué zorra! ¡Cómo me gustaba! ¡Qué gusto!

5 comentarios:

  1. Muchas gracias. Seguiré incluyendo historias.
    Muchas gracias por seguirme
    ciao

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  2. Un ascenso merecido... enhorabuena

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  3. Si... el esfuerzo se vio muy bien recompensado.
    ciao

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  4. Tiendo a leer la primera entrada... No se porque... Y si lo se no te leo... Calentito es poco, me gusta tu forma de detallar, haces que el relato sea fácil de seguir... Conozco a muy pocos hombres que detallen tan bien y tu eres uno de ellos...
    Un placer leerte!!

    Muchos besinos :)

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