viernes, 3 de enero de 2014

Mi nueva vecina (2)...


Siento como sus manos iban despojándome de mi camisa. Sus dedos resbalaban por mi piel. Su boca buscaba la mía y su lengua se movía entre mis labios.
EL champagne sabía mejor de su boca.
Subí su jersey, descubriendo su silueta. Mis yemas acariciaban su fina piel el aroma de su perfume me embriagaba. ¿Lilas? ¿Violetas?

Por fin cayó la prenda para entretenerme en su sujetador hasta que conseguí liberarlo (pienso que siguen siendo complicados con las prisas). Acaricié sus pechos… Sus pezones se endurecieron bajo mis yemas… Su calor… Intenso…

Ella bajaba por mi garganta dejando la huella de su lengua, mientras sus manos jugaban en torno a mi cintura hasta que se subió a horcajadas sobre mí, en el sillón. Me miró en tanto soltaba el cinturón y me abría el pantalón. Aflojó mi bóxer y mi polla, erecta, saltó apuntando hacia ella.
Se levantó un poco, lo justo para subir más su falda y descubrir su sexo, sin tapujos, sin trabas…

Un beso, la lengua buscando la mía, y mi pene desprendido de sus manos para ser presa de sus labios, del roce de su clítoris…
Me estaba poniendo a mil… Se me iba a follar allí mismo pero se detuvo. Se bajó y se arrodilló ante mí, tomando mi miembro directamente en su boca, apretando mi glande con sus labios…
Un escalofrío recorrió por la espalda.
Sentía la presión y el contacto de su boca al abrirse y cerrarse, acogiendo mi polla en ella.

Mis manos acariciaban sus cabellos mientras la observaba y sentía sus pechos entre mis muslos… Me miró. Disfrutaba exhibiéndose ante mí…
Su otra mano jugaba con mis testículos y una sonrisa maliciosa se dibujó en su boca.

Se levantó y me tendió la mano. La seguí. Una tenue luz venía del fondo, de su dormitorio. Allí nos besamos y la eché sobre la cama, tirándome directamente sobre su sexo. Levantó las piernas y las aupó sobre mi espalda, ofreciéndomelo por completo.
Mis dedos lo abrieron despacio, recreándome en la jugosidad de su carne, impregnando mis dedos, preparando el camino que mi boca iba a recorrer…
Un quejido salió de su boca…
Sentía su clítoris cálido e inflamado al juego de mi lengua que los presionaba y lamía al tiempo.
Sus manos rodeaban mi cuello, pidiéndome más, apretándome contra ella, contra el vértice de sus piernas… Cerré mis labios sobre su clítoris, apretándolo y mordiéndolo suavemente con los dientes…
Gritó de placer y se revolvió, arqueando la espalda…
Su respiración se aceleraba y yo estaba a tope…


“Eres mía”, me dije mientras mi lengua penetraba en ella…

1 comentario:

  1. Y esas sensaciones que erizan la piel...
    Ni cava ni champagne... La mejor bebida, la saliva de tus besos... Besos de Pecado.

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