Conducía por la carretera en dirección a la sierra. La llamada de mi jefa me
dejo descuadrado. Era necesario revisar unos informes. De ello dependía mi éxito
o mi fracaso.
Llegué
a su chalet, ubicado en una buena zona a las afueras. Todo estaba muy tranquilo.
Llamé por el portero automático sin
bajarme del coche. Ella respondió y la verja se abrió. Aparqué frente a la
puerta. Salí del coche y me ajusté la chaqueta. Subí los pocos escalones que
iban desde la calzada hasta la puerta de entrada.
Lejos
de recibirme con una sonrisa, se mostró seria y distante, enfundada en su
elegante traje negro y alzada en esos tacones tan altos. Pasamos directamente a
su despacho.
Era
una habitación amplia pero de decoración minimalista. Sobre la mesa, cientos de
papeles extendidos, el ordenador encendido y varios móviles al lado del
teclado.
-
Siéntate –me indicó. Lo hice. Ella bordeó la mesa y se sentó frente a mí.
Su
planteamiento, su forma de comentarme las cosas me hacen dar cuenta de que todo
está ya visto y revisado, con las decisiones oportunas tomadas y que tan solo
era la excusa perfecta para que yo estuviera ahí en ese momento.
Ella
jugaba con una pluma y en un descuido intencionado la dejó caer, rodando por la
moqueta. ¡Qué truco más viejo! Me agaché, caballeroso,
bajo la mesa y ella aprovechó para pisar la pluma con los tacones.
¡Qué
situación más excitante! Yo, ahí, como un perro arrodillado a los pies de la
dueña. La observé desde mi posición. Una de sus piernas ascendió, dejando que mi
rostro. Si quería guerra, la iba a tener.
Quité
su zapato y besé despacio sus dedos. Sonrió y se dejó hacer, reclinando la
silla, observándome; separando sus piernas, lo que hizo que la falda se tensara
y se subiera mostrando sus muslos.
Con
su otra pierna me envolvió y sus manos se posaron en mi cabeza. Mi boca ascendió por su empeine, lentamente, notando cómo disfrutaba con la situación.
Y me provocaba intencionadamente, con alevosía y premeditación.
Sus
dedos jugaban con mis labios. Levantó, levemente, su culito de la silla para
deslizar su ropa interior.
Me
vuelve loco la lencería negra. Su tanga fue bajado. La percibí deleitándose al
hacerlo ante mí, arrodillado a sus pies.
Abrió
más sus piernas, mostrándome su sexo. Humedeció dos dedos en mi boca y los
deslizo por él, incitándome a acercarme. Mi lengua tomó vida propia, haciéndose
hueco entre mis labios para lamer sus muslos. Primero uno. Luego el otro.
Sus
manos intentaban atraerme hacia ella, pero me hice de rogar. Era su táctica
pero eran mis normas. Besé sus ingles, dejando que sintiera mi respiración muy
cerca. Su humedad aumentaba conforme me
acercaba. Mis manos se posaron en sus
rodillas, separándolas. Mi lengua abrió sus labios, henchidos ya por la
excitación. Su tacto bajo mi lengua era suave y su jugo se sumó a mi saliva.
Me
detuve en su clítoris, lamiéndolo y presionando, provocando un quejido en ella.
Su
excitación iba en aumento y mi lengua seguía impregnándose de la humedad que
brotaba, que comenzaba a aflorar.
Me
aparté y la miré. Su cara lo decía todo. Separé con las manos sus labios
vaginales y hundí dos dedos directamente. Mis dedos entraron. Ella me pedía
más, que la follara con mis dedos y luego más… Más… Más…
Me
incorporé para subirle la falda y sentarla sobre la mesa, abriéndole las
piernas y colocarme en el hueco.
Abrió
mi camisa, acariciando mi piel con su boca. Luego el pantalón, tanteando mi
polla por encima de la tela pero se precipitó en quitarme todo. Quería mi
miembro. Lo deseaba y lo dejó resbalar entre sus dedos.
Jugué
pasando mi polla por sus muslos, impregnándola de mi humedad. Ella me miró,
pidiéndome que la poseyera, que la follará… pero iba a tener que esperar.
La
empujé suavemente sobre la mesa y yo bordeé el mueble para quedarme de pie, con
mi sexo a la altura de la cabeza de mi jefa. Ella mandaba en el trabajo pero
ahora mandaba yo. Antes la haría que jugara con mi polla, con la boca, con la
lengua, con los dientes, con las manos… Viéndola deshacerse de gusto ante mis
ojos antes de follármela. Mis manos tocaban su sexo. Estaba empapada. Su clítoris
palpitaba a mis toques y su raja estaba más que abierta para mí.
Volví
a la posición inicial. Y mi intención era dilatar el momento. Notaba como mi
polla crecía y decidí que ese era el momento de penetrarla. Veo su rostro contraído
y su boca se abría y se cerraba para relamerse.
Su
sexo mojaba mi piel desnuda. Vencí mis caderas hacia adelante, sin entrar,
empujando su clítoris, delicadamente, con intención de que eso iba a dólar tan
solo hasta el momento siguiente.
Un embate
total, profundo al fondo de sus entrañas. Ella gemía, agarrándose a ninguna
parte de la mesa. Podíamos escuchar el sonido de nuestros fluidos mezclándose.
Nos
recreábamos con cada movimiento.
Sentí
como ella comenzaba a correrse. Yo mantenía la compostura. Me gustaba sentir mi
polla dentro de ella pero no quería venirme así.
Ella
quería que yo estuviera a sus pies pero iba a ser ella la que se arrodillara,
la que se comiera sus palabras en forma de polla: Mi polla.
La
bajé al suelo, sorprendiéndola, obligando a que se pusiera de rodillas. Le puse
mi miembro en la cara y con él, le golpeé suave el rostro y la boca. Obedecía
sin rechistar.
Tomó
mi miembro entre sus manos, comenzando a masajearlo. Su boca se abría y lo
besaba. La lengua lo chupaba. Yo me retaría para impacientarla, para obligarla
a buscarme… La quería ávida y glotona. Sumisa, suplicante…
Comenzaron
las primeras gotas y no dejaba de introducirla en su boca, de arriba abajo,
hasta los testículos, henchidos, a punto de estallar. El placer se convertía en
dolor. Ya no aguantaba más…
Estallé
de gusto. Mi semen se salía entre las comisuras de su boca pero no dejaba de
lamer, de tragar…
¡Dios,
qué zorra! ¡Cómo me gustaba! ¡Qué gusto!
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ResponderEliminarMuchas gracias. Seguiré incluyendo historias.
ResponderEliminarMuchas gracias por seguirme
ciao
Un ascenso merecido... enhorabuena
ResponderEliminarSi... el esfuerzo se vio muy bien recompensado.
ResponderEliminarciao
Tiendo a leer la primera entrada... No se porque... Y si lo se no te leo... Calentito es poco, me gusta tu forma de detallar, haces que el relato sea fácil de seguir... Conozco a muy pocos hombres que detallen tan bien y tu eres uno de ellos...
ResponderEliminarUn placer leerte!!
Muchos besinos :)