El ruido de la oficina va atenuándose, vuelvo a mirar el móvil y veo un nuevo mensaje tuyo.
Cada vez que recibo uno, siento una descarga por mis manos... No se los días que llevamos escribiéndonos pero en cada mensaje dejamos escapar nuestros deseos más intensos, anhelos y confesiones que van uniéndonos cada vez con más fuerza. Ambos añoramos encontrarnos y dar rienda suelta a tanta tensión que se acumula en ambos. Pero los dos sabemos que las circunstancias lo impiden y dificultan, provocando un mayor deseo de fundirnos.
Llevamos tiempo esperando el momento, esa ventana que nos permita estar frente a frente y podernos mirar a los ojos, acariciar nuestras manos...
En ese último mensaje concretamos el dónde y cundo. Mis dedos aferran el móvil y acepto. No te lo digo pero solo pienso en estar junto a ti...
El día ha amanecido frío y plomizo. Las primeras gotas comienzan a caer sobre el parabrisas. Los kilómetros se van sucediendo, y con ellos se acrecienta el hormigueo por mi cuerpo. Tras varias horas de viaje llego a una ciudad pequeña donde todo se ve con más calma. El GPS me guía a través de calles, empinadas y retorcidas, hasta llegar al hotel. Está ubicado en lo alto de una colina desde la que se divisa toda la ciudad a sus pies.
Consulto el reloj y me adentro en el hall. Confirmo la habitación y decido esperarte en la cafetería mientras ojeo el periódico del día.
Te escribo un nuevo mensaje diciéndote que ya estoy y a los pocos minutos me contestas con un breve "en 5 mints. nos vemos..."
Cada segundo esperándote es una eternidad. La taza de café humeante calienta mis manos que desde tu último mensaje tiemblan ligeramente.
Mis ojos se alzan y reconocen tu rostro en la entrada de la cafetería. Aparece una sonrisa en nuestras bocas. Te acercas a la mesa y nos besamos.
Sobre esta, nuestras manos se rozan no dando crédito a que por fin estemos juntos. Hablamos de las experiencias compartidas, de lo que nos rodea... pero ambos deseamos perdernos en el otro.
Acabados los cafés, subimos a la habitación. El pulso se acelera. Nuestras bocas se besan en el ascensor, recorriendo nuestros labios, sintiendo el contacto de tu cuerpo junto al mio. Por fin el ascensor se detiene. La habitación, justo en frente.
Entramos y no podemos evitar abrazarnos y comenzar a besarnos, como nunca antes lo hicimos. Mis manos van despojándote de tu abrigo. Acaricio tu silueta y... rozo con mis manos tus pechos sobre tu jersey negro. Nuestras lenguas se recorren y deslizan por nuestros labios. Poco a poco tu suéter va ascendiendo por tu pecho para abandonar tu precioso cuerpo. Mis yemas surcan tu espalda, deslizándose por tu piel.
Nos acercamos a la cama y caemos en ella.
Voy besando tu cuello sintiendo tu aroma y tu perfume... Mi lengua te roza dejando un leve reguero de humedad. Tu cuerpo se abandona a mis caricias incitándome a más.
La cremallera de tu falda desciende y mis dedos van empujándola sobre tus medias, bajando por ti hasta llegar a tus pies, calzados en unos altos zapatos de tacón... La falda cae.
Te observo tendida sobre la cama. Comienzo a descalzarte sintiendo los pequeños dedos de tus pies entre mis manos. Los beso y comienzo a retirar tus medias, que van abandonando tu delicada piel...
Nuestras miradas se cruzan y la excitación va creciendo....
como preludio de lo que nos queda por sentir....
abandonos al placer y la lujuria del momento....